martes, 19 de febrero de 2008

Los Caños de Meca - Barbate. 1ª Parte.

Hoy queridos amigos nos gustaría transmitiros una de las rutas más duras que hemos realizado en nuestra vida. No, no estamos hablando de una ruta transalpina en pleno invierno, ni de ninguna travesía por cualquier selva centro-africana. Estamos hablando de un trayecto que haría temblar al mismísimo Sir. Edmund Hillary, no a su sherpa Tenzing Norgay, que seguramente ya se había subido el everest siete veces.
La ruta en cuestión es un trayecto que atraviesa el Parque Natural de la Breña y que trancurre entre Los Caños de Meca y Barbate.

¿Caños de Meca? ¿Barbate? ¿La Breña? ¿Eso dónde está? ¿Qué es? Sabemos que todas esas preguntas se agolpan en vuestra mente y aquí trataremos de desvelaros las que podamos, teniendo que inventarnos algo si es preciso. Los Caños de Meca es una pedanía del término municipal de Barbate, pueblo pesquero y con una gran tradición en la elaboración de exquisitas tapas confeccionadas con todo tipo de especies marinas rebozadas. Pero por favor sería más conveniente que leyérais la información de este señor de internet que parece que sabe lo que dice.

"El Parque Natural de la Breña y Marismas del Barbate, pues este es su actual nombre oficial, se encuentra en la costa atlántica de la provincia de Cádiz, entre las localidades de Barbate y Vejer de la Frontera, sobre cuyos términos se extiende el parque. Es uno de los tres parques andaluces que incluye una zona marítima al pie de un acantilado que alcanza más de cien metros de altura. Tiene más de 5000 hectáreas de superficie, de las cuáles algo más de mil son marinas y las otras se reparten casi al cincuenta por ciento entre las marismas y, pinares y quebradas."

Pues bien como comentaba, comenzamos la ruta sin tener en cuenta las horas de sol, vamos que quedamos a las diez de la mañana en Caños de meca y entre pitos y flautas, que compramos pan, que si unas fotos chorras, se nos hacen lo menos las 11.30 h.

Posteriormente y según la información que teníamos, buscamos el punto de partida de la ruta esperando encontrar como mínimo una señalización para que nuestras cuadriculadas mentes pudieran procesar el hecho de que estábamos escogiendo el camino correcto. Pero en vez de ello nos equivocamos unas cuantas veces teniendo que subir y bajar unas cuantas calles hasta que intuímos que esa porción de montaña totalmente roturada por excavadoras era el comienzo de la ruta.
Nada podía hacernos imaginar lo que nos esperaba...



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